Esta semana con unos días de retraso pero aún a tiempo…
Quiero enseñaros algo que preparé ya hace unas semanas, pero que no os había
puesto antes: tarta de queso con mermelada de moras.
Ya había hecho esta tarta otras veces en casa, pero siempre
con mermelada de fresas o de frutos del bosque. Pero esta vez tenía mermelada
de moras casera y decidí utilizarla para probar si había quedado buena.A principios de agosto fuimos un domingo por la mañana con mi padre a recoger moras. Pasamos bastante calor y nos costó coger suficientes para hacer mermelada, puesto que era aún pronto y la mayoría de moras que encontramos eran verdes.
Debo confesar que hacer mermelada de mora es muy entretenido, así que si alguien se anima sólo avisar que hay que tener un poco de paciencia. Lo primero que hay que hacer es lavar las moras con mucho cuidado, desechando las que no sean buenas y si hay algún tronquito; después las pesamos y las ponemos en una olla con la mitad de su peso en azúcar y un poco de zumo de limón.
El resto se confecciona como la mermelada de fresas que ya
os expliqué hace tiempo, lo único que aconsejo es que cuando la mermelada esté hecha pasarla por
un colador para eliminar todas las pepitas que puedan quedar. Y volver a poner
la mermelada en el fuego unos minutos más.
Unos días después de hacer la mermelada vinieron mis padres
de visita, y le entregué a mi padre unos cuantos botecitos de mermelada para
que se los llevase a casa para desayunar. Yo me quedé dos o tres, y
aprovechando que los tenía por casa pensé en hacer algo para probar la
mermelada, que aún no habíamos abierto…
Me decidí por esta tarta porque no lleva mucho trabajo y no
necesita horno, así que va genial para los días de verano y estos días de
septiembre en los que todavía hace calor. Recomiendo hacerla de un día para
otro para que la tarta esté bien cuajada.
Como podéis ver en la foto la mermelada quedó con una
textura muy buena, muy espesa pero sin quedar demasiado dura; y con un brillo
muy bonito que me fue genial para ponerlo encima de la tarta y no tener que
poner ninguna decoración más.
Os animo a que aprovechéis estos últimos días de buen tiempo
para comer esta tarta fresquita, y si no tenéis mermelada de moras ya os he
dicho antes que sirve de fresa, de frutos del bosque, de frambuesa… al gusto de
cada uno.
Un abrazo.
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